Nada
en mí se comprende sin la siguiente viñeta, Ohsis, como también los llamo:
Digo
cualquier cosa sabiendo que quien te cuenta son los ojos y las
inflexiones en
la voz, y al voltear con la sonrisa casi me olvidas, atrapado por lo que
tardo
largos segundos en sospechar es una luz sobre el filo de la cortina. Lo
creo pues te vi antes encandilarte con ella como si fuera la primera
vez, y
la sé para mí perdida según debiera, a menos de hacer el enorme esfuerzo
de
otros días. Gracias a él descubrí, por ejemplo, el justo vaivén de una
rama en la ventana, sin traducción para mí que estuve dale y dale
intentando infructuosamente hacerlo palabras.
No puedo con tu mundo, hermano, me rebasa, me apabulla, me pierde en el desorden aparente donde tú por necesidad encuentras armonía. Desde el baño mamá pide ayuda para bajarte por la rampa, le contesto que puedo solo, advierte cuánto has crecido. ¿Ves? Todo eso está en nuestras voces. ¿Algo intuyes viniendo de lo que no atino si te vale llamar "ayer"? Algo, sí, creo, más lo olvidas en un tris. Qué caso tiene, dirás a tu manera.
Más
de medio siglo después,
cuando haya entre nosotros diez mil kilómetros, seguiré peleando para
contarte. La distancia no nos separa pues moro en ti y entonces es
imposible precisar cuánto estoy frente al escritorio y cuánto entre la
habitación y la terraza donde mamá te hizo un reino a modo.No puedo con tu mundo, hermano, me rebasa, me apabulla, me pierde en el desorden aparente donde tú por necesidad encuentras armonía. Desde el baño mamá pide ayuda para bajarte por la rampa, le contesto que puedo solo, advierte cuánto has crecido. ¿Ves? Todo eso está en nuestras voces. ¿Algo intuyes viniendo de lo que no atino si te vale llamar "ayer"? Algo, sí, creo, más lo olvidas en un tris. Qué caso tiene, dirás a tu manera.