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lunes, 31 de agosto de 2015

Meroliqueando

Lo llamo un clásico porque cuando hace cuarenta años fui a dar al hospital y el médico dijo Tal vez despierte del otro lado de la realidad, las noches después hice el amor con cuanta joven me gustaba. Los delirios habían empezado cumpliéndose al acercarme a la crisis, con la más hermosa -fue una historia breve e intensa y jamás hablo de ella ¿porque C murió en un accidente o algo peor? 
¿Y ahora?, ¿perdí la razón, la perderé pronto o se debe a la conciencia de que no hay más romance para mí, viejo?
-Te quiero -siguen diciendo en la vigilia nuestros cuerpos.
¿Cómo resistirme a la tentación de conservar el momento? Tengo miedo de cerrar los ojos y perderla.
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Nietos, debemos acostumbrarnos a payasadas como esa, que luego exploraba la pasión mística con muy sesudos estudios: 
Espontánea, al margen de la hierofanía religiosa y los sistemas muy elaborados de creencias e ideas”. "Como el relámpago que ilumina de golpe todo un paisaje nocturno tiene la naturaleza de una revelación.”
Algunos médicos afirman, continuaba la perorata tomada en préstamo, que los estados de gracia, “el sexo y la meditación comparten una misma identidad neurológica; ambas actividades conllevan a una idílica conjunción entre el mundo del espíritu y el de la carne.”
¿Qué vende el yo Mero, si no son falsas pociones milagrosas? Su simple espectáculo. 
Estoy aburrido del Idiota y la pretensión de hurgar en el fondo. Y eso no tiene que ver con mi carácter, mi personalidad o mi historia privada siquiera. Es resultado de experimentar el mundo, por el exterior y el interior de ambos. 
La gravedad oculta el horror.
Ésta frase no la habría escrito a los dieciocho o los treinta o los cuarenta y cinco o los sesenta, y sí a los nueve, los veinte, los cincuenta y los sesenta y siete, los sesenta y siete sobre todo.