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jueves, 5 de diciembre de 2019

Tan Delicados con Filtro

Cuarentones o cincuentones mis antiguos amigos y amigas, excepto dos, dejaron el cigarro. Yo seguí y a cambio compré una bicicleta y aumentaban los ejercicios caseros con dizque técnicas orientales. Si por tres lustros no hubo queja y pude incluso presumir nalgas bien paraditas, siempre hay un luego, que en este caso llegó al cumplir sesenta y cinco. La popularmente llamada bicla, bírula o burrita durmió el sueño de los justos entonces. Coincidió con nuestra aventura Níger arriba, ¿verdad, abuelo?, suma de pérdidas -maquilas, nietos, amores trasnochados o como se debía.

Más luegos, las estrecheces pandémicas en auténtico acto de magia sobre una esquina desaparecieron a esa idolatrada comadre y ya no hubo ni promesas. -Mañana, juro -le aseguraba día con día.

-Compra otra -dicen las crías. 

-Hablamos de pasiones, no de primas hermanas -respondo y es pretexto y no. 

-¿Te tratan como mereces, querida? 

 

No fumo más, se acabó el teatrito. Tan Delicados con Filtro ustedes, papá, mamá, los amigos, el "mundo". 
Vaya casualidad. Buscando una imagen encuentro esto: "Delicados y su estrategia detrás de su


adiós". Chesterfield compró la marca y nos trajo como calzones de puta, según el dicho. Ora un empaque, luego otro, clásicos veinte cigarros se convirtieron en catorce o veinticinco y de momento seguímos llamándolos como durante medio siglo y al final ¡Tengan su gringada! 
¿Les vale verga? Nunca mejor dicho Me too. Se acabó tu acoso, cabeza mía que obra por interpósitas personas. 
Los sueños y yo somos uno mismo, ¿cierto?, y jamás aparecí en ellos fumando. Ni que estuviera pendejo. Fui a pelo, sin chones, pues. Nomás me hacía buey cuando pistola al cinto echaba mano a ella y Murámonos juntos, poquito a poquito, contertulios.
Cada quien sabe su historia, así que no voy a repetírselas, y bien presentes tengo las de ustedes. Cuentas por separado, pido al mesero. 
Alcohol, relaciones enfermizas, tragadera, aplausos, tábiros -o fumos y demás sinónimos de tabaco y papel-, da igual. Suicídate, ordena el mundo, a solas bajo ese hermoso techo todos, criaturas descarriadas, sin destino. O Bienvenidos al empeño por crearse.   

Hasta aquí, no importa el nombre que lleves. Voy a vivir un rato a pleno pulmón.





Bueno, fue divertido, reconozcamos.

-0-

Año y medio después no sé quién escribió ese estúpido final. 

Me lleva la verga, ¿dónde quedó el encendedor?