Cuarentones o cincuentones mis antiguos amigos y amigas, excepto dos, dejaron el cigarro. Yo seguí y a cambio compré una bicicleta y aumentaban los ejercicios caseros con dizque técnicas orientales. Si por tres lustros no hubo queja y pude incluso presumir nalgas bien paraditas, siempre hay un luego, que en este caso llegó al cumplir sesenta y cinco. La popularmente llamada bicla, bírula o burrita durmió el sueño de los justos entonces. Coincidió con nuestra aventura Níger arriba, ¿verdad, abuelo?, suma de pérdidas -maquilas, nietos, amores trasnochados o como se debía.
Más luegos, las estrecheces pandémicas en auténtico acto de magia sobre una esquina desaparecieron a esa idolatrada comadre y ya no hubo ni promesas. -Mañana, juro -le aseguraba día con día.
-Compra otra -dicen las crías.
-Hablamos de pasiones, no de primas hermanas -respondo y es pretexto y no.
-¿Te tratan como mereces, querida?
No fumo más, se acabó el teatrito. Tan Delicados con Filtro ustedes, papá, mamá, los amigos, el "mundo".
Vaya casualidad. Buscando una imagen encuentro esto: "Delicados y su estrategia detrás de su
adiós". Chesterfield compró la marca y nos trajo como calzones de puta, según el dicho. Ora un empaque, luego otro, clásicos veinte cigarros se convirtieron en catorce o veinticinco y de momento seguímos llamándolos como durante medio siglo y al final ¡Tengan su gringada!
¿Les vale verga? Nunca mejor dicho Me too. Se acabó tu acoso, cabeza mía que obra por interpósitas personas.
Los sueños y yo somos uno mismo, ¿cierto?, y jamás aparecí en ellos fumando. Ni que estuviera pendejo. Fui a pelo, sin chones, pues. Nomás me hacía buey cuando pistola al cinto echaba mano a ella y Murámonos juntos, poquito a poquito, contertulios.
Cada quien sabe su historia, así que no voy a repetírselas, y bien presentes tengo las de ustedes. Cuentas por separado, pido al mesero.
Alcohol, relaciones enfermizas, tragadera, aplausos, tábiros -o fumos y demás sinónimos de tabaco y papel-, da igual. Suicídate, ordena el mundo, a solas bajo ese hermoso techo todos, criaturas descarriadas, sin destino. O Bienvenidos al empeño por crearse.
Hasta aquí, no importa el nombre que lleves. Voy a vivir un rato a pleno pulmón.
Bueno, fue divertido, reconozcamos.
-0-
Año y medio después no sé quién escribió ese estúpido final.
Me lleva la verga, ¿dónde quedó el encendedor?