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viernes, 22 de noviembre de 2019

C o La pieza oculta

 -Borra eso, buey.
-¿La viñeta?
-No, el blog.
-Ni que valiera la pena.
-Te digo.
-Borrarlo, quiero decir, pendejo.
De esquizo a esquizo va el asunto.


Entre las mujeres que me formaron está C y la recuerdo al llegar adonde debía evitarse según el sentido común: un hotel de paso, embebecidos. 
En mí lo entenderán, S y E, leyendo lo que escribí sobre Simón y sus amigos. 
Como sea, tan poco masculino, la masculinidad me cae encima de súbito por una feminidad que en Ella lucha. 
Es bellísima y pelea también contra el destino previsto por ello. Eso nos reúne en una transgresión que durará un momento pues no hay futuro, y no me refiero al inconcebible "nuestro" sino al de cada quien por aparte. 
-Nadie jamás como C y yo para una y otro -pienso entonces. -Tanto, que las palabras entre nosotros sobran. 
De pura sensación hechos, un miércoles desbordamos los límites y borracho de libertad el sábado disfruto los extremos entre celosos vigilantes. Nuestras miradas a hurtadillas son gloria eterna y C resplandece, Virgen, sé hoy, adorando al padre y al hijo, una sola sustancia que a su vez la reverencia en traje campesino, pues eso soy, hombre del pueblo en iluminación.
Enseguida y por las mismas causas estuve cerca de perder la razón. Ella no recordaba nuestra aventura, seguro, y sí lo que la llevó a mí, cuando con treinta y tantos años murió en circunstancias inexplicables.
-0-
-¿Te formó? -preguntaría extrañada su mejor amiga, en caso de leerme. 
Sí. En semanas hicimos el tránsito entre la ella que concedía a todo pedido mío, al pleno dominio por parte suya, hasta aburrirla, creo. Yo aprendía: solo la pasión sin cotos conduce a nuestras cicatrices profundas, resplandeciendo. 
No volví a ser el mismo cuando nos separamos.
-¿En serio? -seguiría su amiga.
Desde luego que no, debo responderle, aprovechando. Exagero para revalorar momentos con mucho de estupidez. Empecé haciéndolo en otra viñeta (a la cual vendría bien sumar Demonios, que es más o menos justa):
Declarándome vencido dejo el camino que sube a La Loma, para cortar hacia la barriada en lo hondo. Estoy tan solo como imaginarse pueda y dimensiono el acto de soberbia que cometí aceptando un encargo insensato. 
Dos meses atrás la reunión mariposeaba hasta producir arcadas, pero nuestras compañeras eran tan guapas.
-Anda.
-Tú puedes.
-Piensa en lo orgullosas que nos sentiremos.
Así decían a su manera con C por delante, quien quizá estimaba su particular importancia, pues había en ella una semi silenciosa procura.
No existe pendiente abajo en La Loma, parte de un todo al cual ahora desprecio tras responder a un discurso moralino que nos usaba:
-Aquí las parejas estables sobreviven gracias a como imperceptibles amores platónicos.
Luego Simón y sus compañeros, expliqué a ustedes, nietos, permitirían librar unos meses ese infierno cuyo presencia bajo los pies gustaba recordar Nabor. Y C, hasta aquí oculta. 
Descubrí el refugio perfecto y me siguió. Un maravilloso combo redondeaba la lóbrega atmósfera frecuentada por personajes poco edificantes -jeje- y pronto repetía lo que para nosotros se volvió un himno. 
Iba a convertirme en padre sin planearlo. Qué importaba, sino había nada mejor, comprendí con Uno.
-Lo voy a querer mucho -decía disparatamente refiriéndose a un niño que no crecía en ella.
Todo era así entre ambos, todavía después de al dizque azar descubrirnos ante los demás.
Nos quisimos como dos seres a cuyo desamparo le bastaba un buen pretexto.
No tuvimos sexo placentero con certeza y más contaba la simple comunión, nuestras lánguidas miradas, el arrebol, los cuartos que vivíendolos a lo furtivo eran continuación de autos, covachas, barrios obreros, caminatas con rumbo presunto.
Te quieros y te adoros volaban para certificar eso que luego negaríamos: el amor urgente.
Pocas veces fui tan hermoso.
-0-
Perdí lo que debía contar, nietos: para C resulté poco sexualmente y, por extensión, en el resto de las cosas, pues no era un dominador cuyas artes le extrajeran dolor cavado bien dentro y quizá curativo si supuraba.
¿Cómo saber? Episodios, llaman a los de esa clase, aunque sus lecciones sean imborrables. Por ventura no las aprendo y siendo noviembre, diciembre o algo así, para mayo yo subía y bajaba con mi criaturita, mientras aquél polo opuesto a Dulcinea... ni idea tengo. 
Ya dije, hablando de Monelle: La sabiduría de la joven se me escapa, y aun así me declaro representación suya. 
Lo femenino y lo masculino existen en verdad, juraría. El cómo es un misterio.
En verdad creo que C habría encontrado un buen amigo en mí cuando la tormenta sopló fuerte sobre ella. Sería sin pretensiones amorosas pues entendí el mensaje que, por lo demás, Ana me ayudó a descifrar años antes y olvidé entonces entre vientos también severos.
Ah, Sr. Patriarcado, jeje.
Estamos aquí intentando aprender cosas, nietos, usándome como sujeto a modo. La vida, vuelvo a repetir, siempre estuvo en otra parte. Si perdiera el pudor veríamos clara esta historia.