Tenía una eterna pregunta hecha fotografía: un sonriente pequeño de tres años está a horcajadas sobre el hermano de diez, que melancólico ve a cámara.
Pasaron años y la imagen se respondió diciendo: Cuánto diera porque pudieran levantarse hacia la calle tomados de la mano, dejando para siempre atrás nuestro brutal peso muerto.
Pasaron años y la imagen se respondió diciendo: Cuánto diera porque pudieran levantarse hacia la calle tomados de la mano, dejando para siempre atrás nuestro brutal peso muerto.
Son
Él y el Nuevo al poco del departamento donde el segundo no está cuando para librarnos
del pasado preparo la marcha con el primero.
Confundo
los sujetos, nietos. Virtuoso error que buscando a dos involucra a otros cuatro
cuya existencia quisiera negar.
En
todo caso, finalmente queda el par de niños levantándose rumbo a la calle para
emprender solos su viaje.
-0-
Pasan muchos años y en otro plano de realidad Ella prepara su marcha sin posible vuelta. Para despedirme le envío aquello que escribí. No puedo hacer más.
Ellos se levantaron apenas disparé la cámara, mientras me daban el paraíso. Viejo, pues, sobran los adioses.
-0-
Pasan muchos años y en otro plano de realidad Ella prepara su marcha sin posible vuelta. Para despedirme le envío aquello que escribí. No puedo hacer más.
Ellos se levantaron apenas disparé la cámara, mientras me daban el paraíso. Viejo, pues, sobran los adioses.