“Tenía
veinte años y jamás permitiré que digan que es la edad más hermosa”[i],
leo y levanto la cabeza golpeado por esa primera frase a la entrada de un
libro. Apenas cumplí los dieciocho, el mundo giró ciento ochenta grados desde
cuando a los diecisiete encontré por primera vez el gigantesco jardín en el que
ahora mi mirada se pierde. Un nuevo salto en la nada, pienso sin pensar, como
siempre, aferrado a una especie de presente perfecto cuyo absurdo descubre la
frase?
Y
enseguida, de vuelta sin saberlo:
-Hasta
ayer por la mañana me sentaba a la misma hora en el mismo lugar, el cigarro en
una mano y en la otra el más reciente de la docena y media de volúmenes con el
cual pasear entre calles y seres semifantásticos de tan lejanos. Hoy no hay
fuga posible, sé de alguna vaga, segura manera, luego del par de líneas que
esperaba, creo.
Regreso
la mirada al libro, sospecho el tiempo por venir y no importa ya, a diferencia
del resto de los días, cuánto falta para que Tacho abra la cafetería donde
encontraré a mis torpes iguales. A la espalda la pila de salones de clase una
vez promesa y los jóvenes hombres y mujeres en quienes encontré y no la
realidad desde hace mucho perseguida y me entregué a ellos.
-0-
Pasan
cuatro décadas y me asomo a la viñeta enternecido por el yo que la escribió,
incapaz de comprender.
¿Debo
respetarlo y olvido la tentación de acércame a esos días explayándolos? ¿Lo
hace por sí mismo en el resto de sus notas?
El Ulises que allí buscaba la vuelta a casa nada tenía
que ver con el célebre poeta ni con cualquier otra cosa que no se relacionara
con el pueblo traicionado tres mil años después, casi justo cuando mi abuelo
debió echarse al océano "giratorio curso de los cielos.
Serán ellos, E y S, quienes al fin sabrán, cuando
alcancen el vórtice de la tormenta a la deriva en el tiempo.
-0-
De grandes misterios hechos los que fuimos siempre
desdeñados. Ni palabra dijo el poeta sobre los primeros antepasados de la
abuela materna de los nietos. Al Belarmino originario su tiempo la permitió
precipitar a “dinamita y cojones” la irrupción de los de un poco más allá. Hoy
en todas partes volvemos a bregar por el reconocimiento de los nuestros desde
el primer día, desde el primero.
La fotografía de E y S debe ilustrarse con esto