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viernes, 18 de enero de 2019

Islas. i


“Tenía veinte años y jamás permitiré que digan que es la edad más hermosa”[i], leo y levanto la cabeza golpeado por esa primera frase a la entrada de un libro. Apenas cumplí los dieciocho, el mundo giró ciento ochenta grados desde cuando a los diecisiete encontré por primera vez el gigantesco jardín en el que ahora mi mirada se pierde. Un nuevo salto en la nada, pienso sin pensar, como siempre, aferrado a una especie de presente perfecto cuyo absurdo descubre la frase?
Y enseguida, de vuelta sin saberlo:
-Hasta ayer por la mañana me sentaba a la misma hora en el mismo lugar, el cigarro en una mano y en la otra el más reciente de la docena y media de volúmenes con el cual pasear entre calles y seres semifantásticos de tan lejanos. Hoy no hay fuga posible, sé de alguna vaga, segura manera, luego del par de líneas que esperaba, creo.
Regreso la mirada al libro, sospecho el tiempo por venir y no importa ya, a diferencia del resto de los días, cuánto falta para que Tacho abra la cafetería donde encontraré a mis torpes iguales. A la espalda la pila de salones de clase una vez promesa y los jóvenes hombres y mujeres en quienes encontré y no la realidad desde hace mucho perseguida y me entregué a ellos.
-0-
Pasan cuatro décadas y me asomo a la viñeta enternecido por el yo que la escribió, incapaz de comprender.
¿Debo respetarlo y olvido la tentación de acércame a esos días explayándolos? ¿Lo hace por sí mismo en el resto de sus notas?

El Ulises que allí buscaba la vuelta a casa nada tenía que ver con el célebre poeta ni con cualquier otra cosa que no se relacionara con el pueblo traicionado tres mil años después, casi justo cuando mi abuelo debió echarse al océano "giratorio curso de los cielos.
Serán ellos, E y S, quienes al fin sabrán, cuando alcancen el vórtice de la tormenta a la deriva en el tiempo.
-0-
De grandes misterios hechos los que fuimos siempre desdeñados. Ni palabra dijo el poeta sobre los primeros antepasados de la abuela materna de los nietos. Al Belarmino originario su tiempo la permitió precipitar a “dinamita y cojones” la irrupción de los de un poco más allá. Hoy en todas partes volvemos a bregar por el reconocimiento de los nuestros desde el primer día, desde el primero.
La fotografía de E y S debe ilustrarse con esto


[i] Aden, Arabia. Paul Nizan.