Más últimas cuentas.
-Los nacidos para ganar... -dijo para mí el amigo como en una confidencia y hablando de sí mismo.
Sentí que debía responder también con sinceridad:
-No soy inteligente.
Me miró extrañado, preguntándose, digamos:
-¿Quien en su sano juicio suelta algo así?
-El Idiota -contesté sin palabras.
-Te falta atrevimiento- era una frase que parecían tener en mente quienes aquí y allá trataban conmigo. El propio amigo, por ejemplo, lanzándome al ruedo con insistencia. O la que a modo de piropo dijo en público:
-Pudiste conseguir cuanto quisieras.
-¿Represento el fracaso? -respondí. Faltó agregar ¡Aleluya! volteando hacia Doña Angustia, fidelísima compañera desde niño, para un diálogo más o menos así:
-No nos comprenden, señito. Cumple con la vida, que pide muy poco para apresarnos, tenemos por manda, y ya ve.
-Llorón.
-Esa sonrisa suya no tiene precio.
![]() |
El Rascamapache versión Kurosawa, quien por única vez no entendió. |
![]() |
El niño no moriría ni su hermano mayor penaría. |
![]() |
El sueño habría de materializarse. |
-Lo dormiré tres días y no hay manera de asegurar que al término seguirá entre nosotros -dijo un médico tramposo al hospitalizarme, y él, papá...
Mamá estaba tranquila y a solas después exigiría:
-Esfuérzate.
Mujer amorosa y sencilla no pedía más que lo que daba (Madres). Era el mínimo a cambio por compartir tal maravilla: Uno.
Lo demás fueron premios inesperados y equívocos y veleidades que obligan a disculparse.-Fiodor, la pureza no existe. Usted en el laboratorio de letras fabricó una. Genial. Calle afuera:
-Dodes Ka´den, Dodes Ka´den, Dodes Ka´den.