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viernes, 24 de enero de 2020

Duda


Tengo cuarenta y tres años y nunca sé si partir y volver son cosas iguales.
Todas las semanas tomo este autobús que me lleva del paraíso a mi ciudad y la ventanilla representa canto y reclamo a un mismo tiempo. 
Hace mucho el horizonte se dibuja de distinta manera al de mi niñez o mi adolescencia. Entonces había campos en desiertas orillas, cielos altos y pacientudos o bajos y con prisa, montañas garantizando que el tiempo estaba posado en sí y una obsesiva pregunta por lo oculto a la mirada. 
Después se pobló de entrañables seres y sitios cuya urgencia me conduce a otros. 
Por ello ahora la placidez es también y sobre todo angustia. 
-¿Qué haces dirigiéndote a la complacencia, vuelto gordo uno para quien fue hecho el universo? -me pregunto siempre a segundos de reclamar al chofer que pare. -Anda, vuelve, estúpido...
Quince años más tarde pensaré en partir mientras vuelvo, y veinticinco antes solo habrá partida. Tonta duda.